Marta se muda con sus padres a la ciudad, a una vieja casa muy grande. Desde el primer día que llegan, Marta empieza a oír ruidos raros y a notar que las cosas se mueven. Un día que Marta está sola en casa, alguien le deja un mensaje en su habitación para que encienda el ordenador. Así lo hace. Se trata de un fantasma que vive en la casa y que quiere hablar con ella. Está muy solo y se aburre, por lo que quiere hacerse amigo de Marta. Entre los dos nace una amistad muy fuerte. La niña no dice nada a sus padres, porque sabe que no la creerían. Marta empieza otra vez el colegio, tras las vacaciones de verano. Allí, conoce a nuevos amigos y a un niño, que le gusta mucho. Al final del curso, expropian la casa a los padres y se tienen que volver a mudar. Esta vez sólo se mudan de casa, pero no de ciudad. La niña se despide del fantasma. Marta ya está contenta porque ha encontrado muy buenos amigos. Ahora sólo espera que a su amigo le ocurra lo mismo.
