El Cantar de Mio Cid arrastra como un "estigma" su condición de ser el primer "monumento literario" de las letras españolas. A diferencia de sus homólogos , de Homero a Joyce, el Cid no vuelve a casa: el suyo no es un viaje circular, su partida es irrevocable, está condenado a perderse y reencontrarse en el camino, modificando su fisonomÃa, volviéndose otro, hasta rebasar los lÃmites que ahogan su verdadera identidad. La epopeya del Cid tiene mucho que ver con la epopeya del hombre contemporáneo, escindido entre la existencia cotidiana, sólida, segura, obsesivamente cerrada, y la añoranza de una vida más auténtica, a la intemperie.