La construcción de la nacionalidad en una colonia tan peculiar como Cuba durante el siglo XIX, con numerosos esclavos y una presencia renovada de población de origen español, sometida a un régimen de gobierno militar, mientras que en la metrópoli se consolidaba un sistema constitucional, fue una tarea compleja, con múltiples y contradictorias manifestaciones, una de las cuales se expresó en el autonomismo desarrollado a partir de 1878, cuando se creyó clausurado el ciclo del nacionalismo insurreccional.
Estigmatizado el movimiento por los autores que no han abandonado la trinchera del 98, utilizado de forma interesada en el siglo xx por quienes pretendieron justificar nuevas formas de dependencia, solo el análisis de este actor político de primera magnitud en el periodo de 1878 a 1898 permite comprender un fenómeno tan rico y contradictorio. Antonio Govín, secretario general del Partido Liberal Autonomista, de formación krausista y gran maestro de la masonería cubana, jurista destacado, trabajó con ahínco por la independencia de la obediencia masónica, la ciencia y la cultura cubanas.
