Aunque Virginia nunca ha mantenido una buena relación con su padre, se siente obligada a visitarlo a diario y a hacerle compañÃa cuando este es ingresado gravemente enfermo en una clÃnica de Valencia. Para ella, obsesionada con las dolencias, los sÃntomas se revelan más sinceros que las palabras. En esa habitación de hospital se ponen a prueba los vÃnculos con su madre y con su hermana, precisamente en un momento crÃtico en la vida de Virginia, para quien la maternidad empieza a ser una urgencia. Un nuevo paciente, un hombre enigmático y no carente de atractivo, ocupa entonces la cama vecina. Al principio Virginia apenas cruza con él algunas palabras de cortesÃa, pero, poco a poco, los dos traban una complicidad ajena a la asepsia del hospital, y acaban creando un pequeño espacio compartido, un lugar en el que cobijarse. Y en el que tal vez, cuando todo esté perdido, surja algo inesperado y auténtico.