Me llamo Chatoski de Burma puro siamés aunque mis amas, que son unas chabacanas, me llamen Chato a secas. Así, como si se tratase de un delincuente con su alias y todo. Desciendo del Real Gato de Burma. Todo esto con mayúsculas e inclinando el morro. O sea, que soy aristócrata por la Gracia de Dios. Así comienza el Diario de Chatoski, que es, ni más ni menos, la historia de la vida humana contada a través de los ojos bizcos de un gato siamés. Eva Jardiel Poncela compone, a partir de las vivencias reales de aquellos que fueron los miembros peludos de su familia los gatos Chatoski, Veneno, Abelardo y Sherkhán, y el perro Justo y de los Grandes Expresos Europeos, una crítica acerada y humorística de la sociedad en la que le tocó vivir. Empujada por su amor a los gatos y su ingenio, utiliza el punto de vista bizco de Chatoski para diseccionar con ironía mefistofélica todas esas cosas que nos parecen tan importantes a los humanos. El diario de Chatoski es una novela imprescindible para cualquier amante de los gatos... y de los humanos. Eva Jardiel Poncela no escribió una novela de gatos, sino que, adelantándose a su tiempo, rompió una lanza en favor de la libertad, el humanismo y todo aquello que tiene de bueno este mundo nuestro.
