En la novela, Agustina de Aragón y otras nueve mujeres viven en Zaragoza, una ciudad que se levantó en armas contra la invasión francesa y declaró la guerra a Napoleón en 1808. La apacible vida cotidiana se trastoca y se torna en guerra a muerte cuando un numeroso ejército francés pone cerco a la urbe e inicia furioso ataque con su poderosa artillerÃa -dice el cronista que «los asaltantes más parecÃan Nerones que franceses»-. La ofensiva es detenida una y otra vez merced al arrojo y valor de los defensores, hombres y mujeres, que abandonan sus egoÃsmos e intereses particulares y, al grito de viva el rey Fernando VII, la patria y la religión, se suman a una lucha sin cuartel contra el enemigo. Entre las mujeres destaca Agustina de Aragón, que disparó un cañón en el momento en el que habÃan muerto todos los servidores de la baterÃa del Portillo, consiguiendo detener la entrada de los atacantes, a la par que pasaba a la Historia y al mito como sÃmbolo del heroÃsmo de aquellos zaragozanos que habÃan decidido vencer o morir, juramento que habrÃan de mantener a lo largo de los dos sitios que sufrió Zaragoza, siendo su gesta conocida y alabada en Europa entera.