Aquel mediocentro espigado y tÃmido que llegó al club con temblor de piernas acabó convertido en un defensa imponente, el cuatro a la espalda, senyera en el antebrazo, melena al viento. Un lÃbero inteligente al cruce con una salida de balón inconfundible. Posiblemente, el defensa más elegante que jamás pisó Mestalla.