Estas páginas se proponen ofrecer algunas razones en apoyo de las afirmaciones de Rahner -«El cristiano de mañana será mÃstico o no será cristiano»- y Malraux -«El problema capital del final de siglo será el problema religioso»-. En ellas se trata de justificar la hipótesis o, tal vez mejor, de expresar la doble convicción de que el cultivo de la dimensión mÃstica es condición indispensable para la supervivencia de las religiones, y en especial del cristianismo, en las actuales circunstancias socio-culturales; y de que una religión, en concreto un cristianismo, que desarrolla su dimensión mÃstica está en condiciones de contribuir, en colaboración con el resto de las espiritualidades de nuestros dÃas, a la construcción de un humanismo digno del hombre.
El libro empieza describiendo, mediante algunas alusiones, la actual situación religiosa, con el fin de mostrar que, a pesar de determinadas apariencias, la mÃstica no tiene nada de anacrónica ni de «impertinente» para nuestro tiempo. Se aborda después la inevitable tarea de eliminar en lo posible la «infinita confusión» que encierra la palabra «mÃstica», ofreciendo los resultados de una elemental fenomenologÃa del hecho mÃstico. En el tercer capÃtulo se sitúa el elemento mÃstico en el conjunto del fenómeno religioso. Para terminar abordando la cuestión de la relación entre mÃstica y realización del ser humano, humanismo y mÃstica. El capÃtulo quinto constituye un corolario en el que se trata de mostrar cómo una figura extraordinariamente significativa y caracterÃstica de nuestro tiempo ha vivido su condición de mÃstico en perfecta consonancia con el espÃritu del siglo XX y ha conseguido, gracias a la experiencia espiritual que describen sus «Confesiones», encontrar un camino de respuesta a una de las cuestiones fundamentales de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, el «misterio» del sentido último de la vida.