Valero Agúndez SJ (Coord.), Urbano
Ignacio de Loyola, después de algunas experiencias con resultado negativo, decidió no admitir mujeres en la CompañÃa de Jesús y dispuso que los jesuitas no se dedicaran a cuidar establemente de monasterios o comunidades de monjas, y menos aún a gobernarlas. A pesar de ello, hoy pasan de 250 los institutos religiosos femeninos de vida apostólica en el mundo que se inspiran en la espiritualidad ignaciana y cuyo nacimiento fue promovido o acompañado por algún jesuita. ¿Cómo explicar este extraño fenómeno? En una primera aproximación a él, este libro presenta las semblanzas de diez Mujeres Ignacianas, fundadoras de sus respectivos institutos religiosos, como muestra de la fuerza inspiradora del carisma ignaciano más allá del ámbito jesuÃtico -y del género masculino- y de su capacidad de reproducir modelos -también en el mundo femenino- de seguimiento asociado de Jesús, colaborando al cumplimiento de su misión, al modo de los apóstoles y de las mujeres que iban con Él y los atendÃan con sus bienes (Lc 8,2). Cada semblanza cuenta una historia personal y presenta un proyecto fundacional de algunos de estos grupos, desde los más antiguos a otros más próximos a nuestros dÃas.
Las semblanzas presentadas corresponden a:
. Juana de Lestonnac (Burdeos, Francia, 1556)
. Mary Ward (Multwith, Yorkshire, Inglaterra, 1585)
. Claudina Thévenet (Lyon, Francia,1774)
. Magdalena SofÃa Barat (Joigny, Borgoña francesa, 1779)
. Bonifacia RodrÃguez de Castro (Salamanca, 1837)
. Juana Josefa Cipitria y Barriola (Andoain, Guipúzcoa, 1845)
. Vicenta MarÃa López Vicuña (Cascante, Navarra, 1847)
. Dolores R. Sopeña (Vélez Rubio, AlmerÃa, 1848)
. Rafaela MarÃa Porras (Pedro Abad, Córdoba, 1850)
. Margarita MarÃa López Maturana (Bilbao, 1884)
Un equipo de diez religiosas, pertenecientes a los Institutos de estas fundadoras, coordinado por URBANO VALERO AGÚNDEZ, jesuita, estudioso de la espiritualidad ignaciana y conocedor de algunos de estos institutos, presenta esta galerÃa de semblanzas para iluminar el hecho y como expresión de agradecimiento por una rica historia de servicio a la Iglesia y a mucha gente y de confiada esperanza en una no menos fecunda historia por venir..., si Dios asà lo quiere.