Durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, el anarquismo espa?ol osciló entre corrientes o sensibilidades ácratas: anarcocolectivismo, anarcoindividualismo, anarcocomunismo, anarcosindicalismo... En estas oscilaciones, regidas por la armon¡a, la antinomia o el solapamiento, el pensamiento libertario vibraba del realismo a la utop¡a, de la libertad absoluta a la solidaridad, del individuo a la organización, de la razón natural a la razón rebelde, de la doctrina a la acción en el seno de la propaganda, de la evolución transformadora a la revolución social, del pacifismo a la fascinación por la violencia y de la violencia al terrorismo, de la destrucción del capital y el Estado al establecimiento del sindicato y la comuna, de la anomia al derecho ontológico, de los derechos individuales a las libertades fisiológicas, del derecho objetivo al derecho subjetivo, del derecho natural al derecho positivo, de la autonom¡a y el reglamento al pacto o la costumbre... Y en estas oscilaciones los conceptos jur¡dicos se ti?eron de originalidad, inestabilidad y complejidad, encendida as¡ una rel
