Durante siglos, las estaciones del año se sucedían una tras otra, se saludaban cortésmente y se marchaban dejando sitio a la siguiente. Pero un año el señor Invierno se enamoró de la señorita Primavera y se quedaron juntos, hasta que el celoso señor Verano se presentó y decidieron separarse. Para que esto no volviera a suceder, la señorita Otoño se escondió para que el señor Invierno no pudiera estar a solas con su enamorada cuando ésta volviese. Al llegar la señorita Primavera su amado la esperaba con los brazos abiertos, pero apareció la señorita Otoño y también el señor Verano y comenzó una gran discusión. Todos los seres de la naturaleza estaban desconcertados, ya que al mismo tiempo había nieve, sol, niebla y tormenta. Tan sólo se calmaron cuando llegó el señor Tiempo. Las cuatro estaciones volvieron a su lugar, aunque desde entonces sin tanta precisión como antes, pues una se va al espacio de la otra para recordar lo sucedido. Por eso, a veces parece que el tiempo se ha vuelto loco.
