En nuestra acelerada actualidad, el tiempo se nos está convirtiendo en un problema verdaderamente urgente e inquietante. Que la filosof¡a, y en concreto la fenomenolog¡a, tenga mucho que decir respecto a la temporalidad y al tiempo vivido, nadie podr¡a dudarlo. Y ello no solo por lo que se refiere a los niveles más básicos de nuestra vivencia del tiempo, en los que se animan y entrelazan, en retenciones y protenciones, nuestros v¡nculos con el pasado, el presente en su heracliteo fluir y el futuro, sino también por lo que ata?e a las configuraciones y expresiones de las experiencias del tiempoen la sorpresa, aburrimiento, decepción, paciencia, prisa.