En plena Guerra FrÃa, el presidente en funciones de EE. UU. impulsa el plan Gran Salto, una estrategia comercial que ha de acallar las voces contrarias al presidente ruso Kruschev y consolidarle en una posición suficientemente estable como para promover la apertura del paÃs y su democratización. Para ello, incita a un reducido grupo de empresarios judÃos norteamericanos, con una riqueza y un poder enormes, a establecer vÃnculos comerciales con Rusia. Sin embargo, esta maniobra no es vista con buenos ojos por la Iglesia católica, que, encabezada por el papa PÃo XII, promulga una encÃclica conminatoria con el fin de impedir cualquier posible lazo con el bloque soviético.