Una niebla densa y fría cala hasta los cimientos de Valparaíso y los huesos de sus habitantes. Y entre esa bruma se mueven los protagonistas, que miran al mar aunque a veces no se vea: una fiscal ambiciosa, un policía enamorado e incorruptible, otro completamente corrupto que ama a su familia, un heredero perezoso ante su legado de poder y toda una galería de personajes tan posibles que creemos conocerlos de antemano y siempre nos sorprenden. Como testigo atemorizado, un perito fotográfico melómano y otoñal que presiente lo que los demás ignoran: algo oscuro se mueve en la ciudad, relacionado con rituales satánicos y música black metal como banda sonora. Algo tan viejo como el mar, quizá, aunque mucho más mortal.
Con esta su primera incursión en el género, Miguel Vargas Román irrumpe en el panorama de la novela negra, aportando elementos poco usuales y creando, al mismo tiempo, un entorno tan real que lo que se cuenta en La primera puerta del espanto podría estar ocurriendo ahora mismo, mientras te dispones a leer este libro.
