Los romances aquí contenidos se inscriben junto a aquellos de clara ambientación medieval; romances que relatan peleas entre caballeros, lances románticos y situaciones dadas en legendarios castillos, junto a otros asuntos a resolver entre la nobleza. Pero el verdadero interés de esta obra radica en las ilustraciones que realizó Antonio Blanco Lon para la primera edición de 1929, dado su elevado valor artístico, tanto de los guaches como de los dibujos realizados a tinta. Se trata de un autor del que cabe destacar su dominio a la hora de representar la figura humana, y su control sobre la luz y los volúmenes.
